Jefes que no saben ser jefes
Alfredo se denomina a sí mismo “emprendedor”, pero todo el mundo le conoce por nombres mucho menos glamurosos. Fue mi jefe durante un par de años y debo decir que fue una de mis peores épocas laborales. Es un jefe a la antigua usanza: manipulador, déspota y, además, incompetente. Y digo a la vieja usanza, porque hoy, con tantos manuales de formación, cursos y demás para jefes, la mayoría sabe que la mejor forma de obtener productividad en tus empleados es conseguir que se sientan motivados y moderadamente felices en su puesto laboral.
Pero Alfredo no había leído ninguno de esos manuales. Él quería ser CEO porque le gustaba como sonaba y tenía la suerte de proceder de una familia con bastante dinero que, en un principio, pagó todas sus ideas suicidas. Pero antes de montar su negocio, regentó una tienda de ropa polo de hombre que fue donde le conocí. Él apenas tenía veintitantos años pero ya dirigía una tienda. Yo comencé a trabajar allí como escaparatista por medio de un amigo común.
Creo que aquella tienda fue la única que le fue bien, quizás porque tenía las manos atadas a la hora de decidir algunas cosas al trabajar para una gran firma. Pero se dijo a sí mismo que él aspiraba a algo más y decidió abrir su propia tienda. Quiso que trabajara con él en su nuevo negocio y yo dudé porque ya había tenido roces, pero el sueldo que me ofrecía no estaba mal y tampoco tenía otro sitio a dónde ir en aquel momento.
Pero a los seis meses aquello se convirtió en un infierno: nada que ver con la tienda ropa polo hombre en la que habíamos estado juntos previamente. Antes yo decidía mi parcela en base a mi experiencia. Él no se metía demasiado, pero ahora prácticamente lo mangoneaba todo. Pero, además, los empleados empezamos a dejar de cobrar mientras su furia iba a más, hasta tratarnos a la mayoría de forma totalmente fuera de lugar.
En cuando pude, dejé aquel trabajo y me establecí como freelance. Tiempo más tarde me enteré que su tienda había cerrado y que ahora estaba metido en un negocio de alquiler de yates de lujo que si no cambia, también fracasará seguro.