El primer cambio de pañal
Mi abuelo paterno tuvo 8 hijos. ¿Conocéis alguien que actualmente alcance esa cifra? Hace un par de años coincidí con una chica relativamente joven en el trabajo (yo le echaba unos 35) que un buen día me comentó que se iba de baja porque estaba embarazada. La felicité y todo eso y le hice la típica pregunta: es el primero, ¿no? Y me respondió: ¡qué va! Es el quinto. Me quedé con la boca abierta, claro.
Tener cinco hijos en los tiempos que corren es algo muy poco habitual, por razones que todos conocemos: laborales, económicas y sociales. ¿Cómo te presentas ante el jefe y dices “otro hijo, otra baja por maternidad, van cinco”? Por eso aplaudo a esa chica que no ha tenido reparos en parir las veces que le ha dado la gana.
De cualquier forma, lo normal hoy en día es tener un solo hijo y esperar bastante tiempo, hasta que la cuestión laboral se aclare un poco (aunque todos sabemos que la ‘cuestión laboral’ nunca se aclara del todo). Y cuando llega el niño, muchos padres sienten una mezcla de alegría y temor. El clásico temor que resuena a “¿seré capaz de ser buen padre o madre?”.
Y entonces empiezas a leer multitud de libros sobre bebés, porque quieres estar bien preparado, a nivel teórico, para cuando el retoño haga acto de presencia. Libros sobre lactancia, higiene infantil, enfermedades, etc. Y llega el momento de enfrentarte a esa pequeña cosita que come, llora, duerme y hace sus necesidades…
El primer cambio de pañal es todo un acontecimiento. Mientras te pones a ello, recibes asesoramiento a izquierda y derecha. A un lado, la madre: “tienes que hacer esto, esto y lo otro”. Y al otro lado la suegra: “y no te olvides de esto, aquello y lo de más allá”. Y descubres que cambiar un pañal es lo más fácil del mundo, lo difícil son otras cosas.
Y llega el primer baño. La higiene infantil es muy importante, no hace falta leer un libro para comprender eso. Al bebé parece gustarle el agua y hasta casi sonríe, primera prueba superada. Solo quedan otras 1000 pruebas por delante…