Tu hijo comienza a tomar decisiones
Al llegar a la adolescencia tu hijo comienza a tomar decisiones que tienes que respetar. Y una de ellas es la de tener una habitación con la cual se sienta a gusto. Evidentemente, su habitación está en casa de los padres y como padres siempre vais a tener algo que decir. Pero el margen de maniobra de un adolescente siempre debe de ser mayor que el de un niño y este tiene que empezar a desarrollar su propia personalidad.
Permitir que quite la vieja decoración de su cuarto, seguramente demasiado infantil y tome decisiones sobre cómo decorar su nueva habitación es un paso importante. Se le pueden poner ciertas normas, por ejemplo: la habitación tiene que estar ordenada y para eso necesitarás un armario, una cortina o un estor y una cama que no solo sea bonita, también práctica y con espacio para el almacenamiento.
También se le puede decir el presupuesto con el que cuenta para cambiar la habitación y a partir de ahí permitirle realizar su propio proyecto. El será quién escoja los muebles, el estor juvenil que más le guste, la lámpara y la decoración de su cuarto. Una vez que haya realizado un proyecto que encaje en el presupuesto que se le ha dado, este tendrá que ser sometido a aprobación.
Es importante considerar que si el chico o chica ha sido lo suficientemente maduro para ser capaz de realizar ese presupuesto y ajustarse a lo que allí figura, hay que darle un gran voto de confianza. Seguramente, el estilo escogido tenga poco que ver con lo que nosotros habríamos querido y es posible que quiera darle a su cuarto algún toque rebelde, como paredes pintadas de negro.
Negociar es fácil, propón que escoja otro color para la pared, ya que el negro sería muy difícil de cubrir en el futuro, y a cambio no te metas en esa segunda elección. Si quiere posters de sus músicos o artistas favoritos, proponle comprar vinilos personalizados de esos mismos músicos o artistas, pero con la calidad suficiente para que queden bien y además no dañen demasiado las paredes.
Seguro que el resultado final puede ser una habitación que realmente le guste a tu hijo o hija y que a los padres… bueno, a los padres no os disguste demasiado. Todo va a depender de la dosis de rebeldía de los vástagos y, como no, de lo que quede de juventud en el corazón paterno y materno.