El cuidado de las uñas no obedece sólo a razones estéticas. Mantener la salud de estas estructuras protectoras de la piel es importante para prevenir infecciones y otras enfermedades. Además, las uñas actúan como indicadores de patologías latentes en el organismo, como la psoriasis, que los Especialistas dermatologia medica quirurgica reconocen como una de las afecciones más comunes.

Presente en más del dos por ciento de la población española, la psoriasis ungueal es una enfermedad crónica caracterizada por el engrosamiento, las rugosidades, las picaduras o el amarilleamiento de la uña. Se produce como resultado de una infección micótica o causas genéticas. Se estima que una de cada tres personas que padece psoriasis general, experimenta estos síntomas en las uñas.

Con una prevalencia menor, otra enfermedad relacionada con el aumento del grosor ungueal es la paquioniquia. Se define como el engrosamiento de la lámina ungueal, incluyendo deformaciones que se acompañan de dolor y molestias en el día a día. Entre sus causas, destaca un tipo de infección de hongos denominada onicomicosis.

Específicamente, la onicomicosis puede presentarse de forma aislada y afecta mayormente a la uña del dedo gordo del pie que al resto. Su sintomatología incluye el desprendimiento del lecho ungueal y la pérdida de color, además del mencionado incremento del grosor de la uña.

En la acropaquia, por su parte, las uñas se curvan como consecuencia del ensanchamiento de la punta de los dedos. Por este motivo, esta enfermedad se conoce también como «dedos en forma de palillos de tambor». Está asociada con la cirrosis del hígado y los problemas pulmonares o gastrointestinales, entre otras causas.

Otra afección típica es el síndrome de las uñas amarillas, que aparece como resultado del linfedema o hinchazón de las extremidades. Las personas con esta condición carecen de cutícula en sus uñas, que lucen amarillas y sueltas.