La mayoría de la gente sabe que el cancer de pancreas es uno de los de peor pronóstico hoy en día. El problema con este tipo de tumores es que desde que aparecen hasta que producen algún síntoma pueden transcurrir muchos meses, incluso años. De hecho, la mayoría de las personas lo descubren debido a que se ha producido una metástasis a otro órgano y es este el que presenta síntomas.

La mayor parte de los pacientes con un diagnóstico de cáncer de páncreas están ya en un estadío IV y solo un pequeño porcentaje de enfermos pueden ser operados. De los que son candidatos a pasar por el quirófano y por la posterior quimioterapia, se calcula que el porcentaje de supervivencia no llega al 25% al cabo de cinco años.

¿Tenemos mejores perspectivas de cara al futuro? Los expertos creen que hay muchos motivos para ser optimistas. Ya están en marcha algunos proyectos, como el de aplicar a ciertos pacientes quimioterapia antes de la operación en lugar de solo a posteriori. Este método permitiría saber qué pacientes no van a reaccionar positivamente al tratamiento, ahorrándoles un paso por quirófano y centrándose en los cuidados paliativos, pero también tendría la ventaja de facilitar mucho las cosas a los que tienen que ser operados, ya que el tumor podría haberse reducido. Por ahora, se está comenzando con esta técnica, pero los resultados apuntan a que serán los esperados.

Por otro lado, cualquier avance, por pequeño que sea, tendrá repercusiones importantes en un campo en el que hay todavía tantísimas lagunas. Dado que hay diferentes estudios e investigaciones en marcha, es de esperar que pronto haya buenas noticias y, si bien no se espera una cura para este tipo de cáncer, sí que se cree que pronto se podrán aumentar considerablemente los porcentajes de supervivencia.

El campo en el que más se está trabajando es el del diagnóstico temprano. Dado que el páncreas es un órgano muy interno, los tumores no se descubren palpando ni en las revisiones básicas habituales. Sin embargo, sí hay indicios de que el cáncer de páncreas podría alterar determinados valores en analíticas, dando una pista de que algo puede ir mal y llevando al médico a realzar otro tipo de pruebas en las que sí sería posible descubrir el cáncer en una de sus fases iniciales, aumentando enormemente las tasas de supervivencia.