Arreglar el portón
Hay cosas que empiezan funcionando mal y se pasan la vida así. Un poco por negligencia propia y otro poco porque no acabamos de encontrar quién se encargue de arreglar el problema, nos pasamos la vida con algo medio estropeado. Cometí el error de confiar en un amigo de un amigo que me dijo que sabía instalar portones; que ya lo había hecho en su casa, que ya se lo había hecho a no sé cuántos en el pueblo y demás. Y que te lo dejo a buen precio.
Ya se sabe que lo barato sale caro, pero en ocasiones la sabiduría popular pasa a un segundo plano cuando se trata de dinero. Yo tenía ya el portón y solo me faltaba instalarlo y asegurar el sistema electrónico de apertura. Vino un fin de semana por la mañana se puso con ello y todo pareció correcto. Probamos unas cuántas veces y todo iba como la seda. Y entonces piensas: “qué bien me ha salido la jugada, si es que soy un crack”. Pero dos semanas más tarde te quedas con el coche fuera del garaje porque el portón no se abre.
Entonces llamas al amigo del amigo, pero está en no sé dónde y no puede venir. Obviamente no hay ninguna garantía. Y entonces te maldices por no haber llamado a un profesional. Y buscas portales de aluminio en internet para ver si hay una empresa de verdad que te pueda atender. Sabía por experiencia que si volvía a venir el amigo ya no me iba a quedar a gusto porque tendría la mosca detrás de la oreja. Así que llamé a una empresa de verdad.
Claro que me iba a costar más dinero, pero iba a tener algo tan maravilloso como la garantía, una palabra mágica cuando se trata de arreglos en casa. La empresa que vino eran especialistas en instalar portales de aluminio así que no había nada que temer. Y en caso de que hubiera algún problema no tendría que esperar que el tipo volviera de vacaciones dentro de un mes para echar un ojo al portón.