Los lácteos durante el embarazo
Las mujeres embarazadas deben, en algunos casos, cambiar su dieta para hacerla más sana. También tienen que renunciar a ciertos productos que pueden ser peligrosos, como las carnes que se consumen curadas, jamón serrano principalmente o los pescados crudos.
Otros alimentos, por el contrario, adquieren una gran importancia y entre ellos están los lácteos. Su alto contenido en calcio, que además es mucho más asimilable que el que se encuentra en otro tipo de alimentos, hacen que sean esenciales para la buena formación del bebé y para que los huesos de la madre no se vean afectados por los cambios.
Pero hay que tener mucho cuidado con el consumo de determinados lácteos, sobre todo aquellos que proceden de la leche cruda. Nos referimos, por ejemplo, a los quesos frescos hechos a partir de leche cruda que se venden en muchas tiendas y que se realizan en los mismos pueblos o que los propios fabricantes llevan a las ferias. En algunos casos, también se encuentran en supermercados.
Este producto puede entrañar riesgos para la salud que son especialmente peligrosos durante el embarazo. Pero no quiere decir que haya que renunciar a este producto, sino que hay que escoger queso fresco pasteurizado y debidamente etiquetado y envasado. Solo así se garantiza que no llevará ninguna bacteria que pueda causar un problema.
Esta recomendación es más importante durante el embarazo, pero no deja de ser igualmente buena para todo el mundo, evitando comprar productos lácteos de los cuales no hay garantías o se desconoce su origen.
Los yogures también son muy saludables, así como un vaso de leche en el desayuno. Se debe de elegir leche semidesnatada en general, aunque la desnatada es una buena opción para mujeres que aumentan demasiado su peso y se ven obligadas a llevar una dieta hipocalórica para evitar, por ejemplo, la diabetes gestacional o que la subida de peso acabe siendo un problema para su movilidad.
Al no tener grasa, los lácteos desnatados no solo son un buen aporte de calcio, también lo son de proteínas. Y no causan colesterol, por lo que todo son ventajas para su consumo. Como además la leche y el yogur resultan muy saciantes, ayudan a comer menos de otros alimentos que pueden resultar menos saludables. Como última ventaja, la leche permite cocinar postres muy ricos para, ocasionalmente, darse un pequeño capricho y disfrutar de una comida especial.