El que no juega, no gana
Tengo un amigo que lleva toda su vida jugando a la quiniela. Nunca ha sido de gastar mucho dinero, pero no hay semana que no rellene tres o cuatro columnas. Siempre me ha prometido una cena con un buen chuletón si gana: porque él tiene claro que va a ganar algún día una buena suma. Ya ha acertado algunas veces 12 o 13 pero sus premios nunca han pasado de 300 euros. Él aspira a un premio gordo, a una de 14 con pocos acertantes.
Pero no solo es fan de la quiniela. Le encanta jugar a lo que sea, pero no es el clásico jugador descerebrado: juega con cabeza. Es todo un analista. Es verdad que en muchas ocasiones solo cuenta la suerte. Es como lo de la central lechera asturiana códigos. Me comentó que se había hecho socio del club de Central Lechera Asturiana porque, según sus “análisis”, era uno de estos clubes con más posibilidades de ganar premios. Como yo también soy gran consumidor de los productos de esta firma, le hice caso y también me hice socio.
A mi tocó hace poco una cámara de fotos y a él… un robot de cocina. No es que el hombre sea un gran chef así que le ha venido bien. Dice que el robot hace de todo, aunque yo creo que exagera un poco: pero al menos estoy seguro de que le ha servido para comer mejor de lo que lo hacía antes.
Como digo, es un jugador con cabeza. Hace poco entré con él en una de esas salas de apuestas que ahora proliferan. Son lugares un poco siniestros, tengo que admitir, pero estuvo bien conocer el mecanismo. Me dijo que iba a apostar a no sé qué torneo de tenis que se jugaba en Alemania. Ni siquiera conocía a los tenistas, pero tenía una fuente que le había dicho lo que debía apostar: que uno de los jugadores iba ceder el saque en tres ocasiones. Y acertó.
A mí lo de central lechera asturiana códigos me parece bastante más fácil que esto de las fuentes y las apuestas. Pero tal como va la suerte de mi amigo creo que mi chuletón está más cerca.