¿Cómo controlan las marcas de leche el producto que reciben?
¿Te has preguntado alguna vez cómo controlan las marcas a los proveedores de leche? Nos referimos, claro está, a las marcas que ofrecen productos con el sello de BIO o de bienestar animal. Pues la respuesta es muy sencilla, mediante una auditoría independiente que certifique que se cumplen las condiciones fijadas para que una granja pueda contar con dicha acreditación.
En algunos casos es muy sencillo porque las marcas son, en realidad, cooperativas que trabajan unidas y cuando se toma la decisión de sacar al mercado este tipo de productos con estos sellos, ya se han encargado previamente de que las granjas se hayan adaptado y cumplan con la normativa.
En otros casos, el proceso ha sido un poco diferente, pero dadas las presiones del mercado y de los consumidores, son muchos los ganaderos que se han apresurado a cambiar la forma de explotación de sus granjas para poder contar con todos los certificados.
Y es que si hay algo que merece la pena destacar en estos casos ha sido la presión que los consumidores han ejercido para que el control sobre este tipo de explotaciones ganaderas sea mucho mayor de lo que venía siendo y se garantice que los animales que allí viven y que producen la leche que consumimos, están viviendo en unas condiciones dignas y no son sometidos a una sobreexplotación o a condiciones de vida penosas.
Conseguir el sello de bienestar animal implica cumplir con una serie de preceptos bastante exigentes respecto al espacio del que disponen los animales, los tratamientos a los que pueden y no pueden ser sometidos o incluso al número de veces que una vaca puede tener terneros. Por supuesto, también es muy importante que puedan pastar en libertad y que esto se produzca el mayor número de horas posibles al día.
Todas estas condiciones repercuten en la calidad de vida del animal, que vive más años y en mejores condiciones. Pero también en la calidad del producto, la leche. La leche procedente de vacas que tienen como principal alimento el pasto tiene un sabor y unas características únicas, sobre todo cuando no se trata a la vaca para que dé más leche de la que naturalmente puede dar.
Se garantiza, de este modo, un producto sabroso, con los mejores valores nutritivos y que, además, permite que las granjas lecheras y el bienestar animal no estén reñidos en absoluto.